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  El Lobo que nunca duerme
 
Lord Baden Powell
Cuando tenía 19 años, Baden-Powell dejó la escuela. Se había decidido definitivamente a ser soldado. Presentó su examen de admisión en el ejército que pasó con excelentes calificaciones, por lo que recibió una comisión directa en el 13er. Regimiento de Húsares y fue directo a la India.
Encontró que los demás oficiales eran buenos compañeros y siendo el 13o. de Húsares un famoso regimiento de caballería, pudo dar rienda suelta a su gusto por los caballos.
Montaba mucho, generalmente a "Paciencia", su yegua castaña favorita. Ella iba hacia él cuando la llamaba y había aprendido a estarse quieta sin estar amarrada. Un comerciante de caballos pasó por ahí un día y le preguntó si la vendía. Su respuesta fue: "Trate de montarla". La yegua estaba parada quieta, con una mirada tierna y pacífica. El hombre, que se preciaba de ser un buen jinete, comenzó a montarla. La yegua bajó la cabeza, su espalda formó un precioso arco y de un salto, lo tiró al suelo. Repitió la gracia tres veces, como su amo le había enseñado. El comerciante se fue muy disgustado, ante el regocijo del joven subalterno Baden-Powell.

Pruebas de observación

Esos días en La India fueron días muy buenos para B-P, pero llegó el día en que se le ordenó a su regimiento regresar a casa.
Se temían disturbios en Sudáfrica, así que sus transportes fueron detenidos en Port Natal y desembarcaron ahí.
El Coronel le dio un trabajo especial. Debía hacerse pasar por un viajero común y corriente y cabalgar 600 millas campo arriba, recogiendo información. Durante su viaje, llegó a conocer a los Boers muy bien, y aprendió a admirarlos por muchos motivos, principalmente porque eran muy independientes y si emprendían una tarea, la llevaban a cabo, sin importarles las dificultades que tuvieran que arrastrar.
Había otras dos cosas que B-P admiraba en ellos: primeramente eran magníficos jinetes, y en segundo lugar, podían usar un rifle, y usarlo bien.
B.P. adoptó el interesante método de tomar notas. En lugar de escribir todo, hacía dibujos. Esto lo copió de una idea de los Indios Piel Roja y que era una especie de lenguaje a señas. Por ejemplo: podía hacer el dibujo de un río, un grupo de árboles, algunas montañas, un rifle, una fogata, algunos venados y un lago. Esto quería decir que había cruzado un río, pasado por un grupo de árboles, atravesado las montañas y acampado donde había comida y agua. Siempre dibujaba mapas del camino que cruzaba, con anotaciones especiales y descripciones exactas de alguien con quien se hubiera encontrado y hablado, ya fueran nativos u hombres blancos. Siempre llevaban manojos de cuentas, uno o dos relojes baratos y listones de colores, y esto le servía para hacer amistad con los nativos. Nunca trató a un nativo diferente de a un hombre blanco, siempre les mostró la misma consideración y cortesía. En consecuencia, obtenía el mejor provecho de ello.
Al fin, los disturbios que habían temido no se presentaron. A B-P se le ordenó regresar a Inglaterra con su regimiento. Le encantaba estar en casa.
Trabajó arduamente con su regimiento, y cuando obtenía licencia, paseaba por Inglaterra disfrutando del paisaje y estudiando el campo.
Su espíritu de aventura continuamente lo llamaba, así que cuando le ofrecieron un trabajo en el servicio de inteligencia en Rusia y Alemania, la idea le encantó. Contaba la historia de cuando conoció a un viejo diplomático, quien, conversando con él un día, le dijo: "Tú eres joven, pero hablas calmadamente. Dices poco y ves mucho. Irás lejos, porque sabrás mandar. Nadie manda con gritos. Los grandes hombres ordenan con pocas palabras y mucha inteligencia".
Por ese entonces B.P. progresaba en su carrera y fue enviado a Capetown. Poco después empezaron las dificultades con los Zulúes, comandados por su jefe, Dinizulú.
Este jefe era un hombre muy astuto y poseía un collar hecho con cerca de mil cuentas de madera, mismo que usaba alrededor de su cuello en grandes ceremonias. Dinizulú medía casi 1,92 metros, así que podrá imaginarse el largo del collar, el cual, enrollado dos veces alrededor de su cuello, todavía tocaba la tierra. Era un símbolo sagrado de la tribu y lo guardaba en una cueva especial, custodiada día y noche. Entre los guerreros de Dinizulú se decía que toda la resistencia terminaría si el collar era robado algún día. B.P. llegó a oír esto y durante toda la campaña deseó tener la suerte de capturar al propio Gran Jefe y obtener su collar. Había grandes peligros en esta lucha con los Zulúes, pues no sólo conocían palmo a palmo el terreno, sino que podían esconderse como animales salvajes, quedarse esperando y emboscar a los hombres que los buscaban. Así que, los soldados, y B-P principalmente ya que era su jefe, tenían que estar tremendamente alerta, listos con la vista y los pies, y también con mucho valor, para penetrar en ese terreno desconocido. Al fin y al cabo, los Zulúes se rindieron y B-P obtuvo el anhelado collar.

Los Zulues

B-P había aprendido mucho sobre acecho y pistas por la experiencia adquirida en esta larga expedición, y había estudiado las costumbres y hábitos de la gente de África. Le interesaban especialmente los muchachos de las tribus Zulú y Swasi, en Sudáfrica, quienes tenían que aprender a ser exploradores antes de poder considerárseles hombres. Estos muchachos, cuando tenían 15 ó 16 años, eran llevados por los hombres del pueblo, desvestidos y pintados de blanco de cabeza a pies. Se les proporcionaba un escudo y una pequeña lanza y se les echaba fuera de la población, con la advertencia de que se les mataría si alguien los agarraba cuando todavía estuvieran pintados de blanco. Así que estos chicos tenían que penetrar en la selva y por los montes, escondiéndose hasta que la pintura se borrara, cosa que duraba aproximadamente un mes. Todo este tiempo, tenían que aprender acecho, observación, prender fuego frotando palos, hacerse ropas con las pieles de los animales que cazaban, y encontrar raíces, plantas y frutos para comer. El que no lo lograba, moría o lo mataban. El chico que regresaba al pueblo sin la pintura, era recibido con gran regocijo y se le permitía ser ya un hombre de la tribu. Esto les parecerá una prueba demasiado cruel, pero los nativos estaban conscientes de lo necesario que era que un muchacho no creyera que por el hecho de haber crecido, ya era un hombre. Hablando de esto años después, B-P decía: "A los muchachos se les tiene que entrenar con hombría. Deben aprender a no lamentarse en la adversidad, y no se les debe permitir seguir el impulso de ser pobres de espíritu, de esos que sólo pueden mirar mientras los hombres trabajan".
Mientras cabalgaba por las bellas y extensas llanuras Africanas, B-P pensaba en esos muchachos nativos. Él era bastante joven, lleno de vida y bien entrenado en el arte de la exploración y la observación. Había aprendido estas cosas hacía años, con sus hermanos, en aquellos días de su juventud.
Een Gonyama.
Fue durante la Campaña Zulú que B-P escuchó a los Zulú Impi, o guerreros Zulúes, cantar el coro de Een-Gonyama. Le gustó muchísimo. Siempre se cantaba en honor de algún gran cazador o jefe. He aquí las palabras: "Een- Gonyama, Gonyama invooboo. Yabo Yabo Invooboo".
Esto quiere decir: "Él es un león, él es un león. No, es más grande que un león. Es un hipopótamo".
La tonada es espléndida y años más tarde, B-P la enseñaba a los Scouts.
Vino después un período en la carrera de B-P en que durante un tiempo estuvo comisionado en Malta, y desde ahí tuvo oportunidad de hacer más trabajo de inteligencia en los Balcanes y en Turquía. Después de esto regresó a su antiguo regimiento, el 13o. de Húsares, estacionado en Irlanda, en el "País del Pasto Corto", mejor conocido como Condado Kildare. Había ahí preciosos caballos y B-P montaba mucho. Un viejo general, que admiraba la calidad de B-P como jinete, dijo de él en una ocasión: "El gana muchas carreras, pero antes que matar a su caballo forzándolo demasiado, preferiría perder".
Los que saben de caballos, comprenderán y darán la razón a las palabras del general. B-P nunca fue duro con sus animales; se divertía con ellos pero siempre los cuidaba más aún que la diversión que ellos le proporcionaban. Cuando estuvo estacionado en Irlanda, B-P mostró cuántos recursos tenía para manejar grandes tropas. Cuando estaba al mando de un flanco, siempre era muy original e invariablemente hacía lo inesperado. Esto tomaba a todos por sorpresa. El comandante en Jefe estaba tan impresionado con los conocimientos de B-P y por la forma en que los ponía en práctica, que cuando hubo necesidad de enviar una expedición a Ashanti, se eligió a B-P para ir con ella. Al recibir el nombramiento, siguió su costumbre: primero revisó su equipo, comprobando que todo estaba en perfecto orden, sin dejar que alguien lo hiciera por él. Después se aseguró de estar él mismo en perfecta forma. Uno de los motivos por los cuales siempre obtuvo buenos resultados de sus exámenes médicos, fue que nunca hizo algo en exceso: comer, beber, etc.
Nunca había fumado, porque pensaba que le afectaría su sentido del olfato, y en África muchas veces su agudo sentido del olfato había sido la gran ayuda en localizar campamentos y animales. Sin embargo, se le aconsejó fumar en este viaje ¡para alejar a los mosquitos!
Cuando llegó a Ashanti, lo pusieron a cargo de un grupo de hombres intratables y sin educación. No habían sido entrenados, eran flojos y les faltaba mucho para poder ser de alguna utilidad en esta expedición. B-P descubrió accidentalmente que a estos hombres les gustaba que el hombre blanco les llamara con nombres extraños. Así pues, empezó a ponerles nombres: "Cubeta de Brea", "Goma", "Jabón", "Sartén", "Sopa de Chícharos", etc. Todo el que se enrolaba recibía un nombre y si hacían algo mal, B-P no los llamaba por ese nombre, como castigo. Esta fue una idea muy original y los hombres aprendieron a quererlo y respetarlo, porque era justo y ecuánime y había descubierto que podía obtener más de ellos si los elogiaba cuando hacían algo bien. El resultado era que los nativos estaban dispuestos a hacer cualquier cosa por B-P, y aún el trabajo más extenuante lo hacían rápidamente. Esto consistía principalmente en construir carreteras. Pero B-P trabajaba aún más que sus hombres. En una ocasión el camino que estaban trazando condujo a un terreno terriblemente difícil. Los hombres se desanimaron y empezaron a quejarse. B-P los reunió a todos y tuvo con ellos lo que llamaba una "discusión pública". Tomó la palabra y les dijo:
"Nosotros somos como los ojos y el cuerpo de una gran serpiente que se arrastra por los matorrales desde la costa en busca de un manantial. Los ojos de la serpiente tienen hambre, pero la serpiente es valerosa y no permitirá que su estómago la derrote, así que seguirá hasta que llegue a Kumazzi y ese día habrá gran fiesta y mucha carne". Los nativos rieron con esta extraña ilustración. Les agradaba la idea de ser una gran serpiente, ya que la serpiente era un animal muy admirado en esa parte del país. Uno de los jefes se adelantó y dijo que deseaban honrar al gran soldado blanco, nombrándolo "Cabeza de Serpiente".
Zulues

La gran carretera que B-P y sus nativos construyeron se extendió por cerca de 200 millas a través de terreno lodoso, cubierto con maleza y bosque. Para construirla tuvieron que talar árboles, construir puentes y refugios. Cuando el camino estuvo terminado, B-P demostró que tenía conocimientos amplios sobre exploración. Fue durante esta expedición que, por primera vez, usó el famoso sombrero Stetson o de vaquero. Y los nativos le dieron otro nombre además: "Kantankye", que quiere decir "El del sombrero grande".
Fue ahí también donde B-P adquirió la costumbre de llevar consigo un bastón marcado con pulgadas y pies. Le era de suma utilidad al cruzar arroyos, medir, caminar por pantanos. Durante la expedición Ashanti hubo poca ocasión de pelea. El Rey Prempeh fue tomado por sorpresa cuando la expedición llegó y fue hecho prisionero con facilidad. Todas las prácticas de torturar gente y matarla fueron detenidas y el país llegó a estar tranquilo y próspero. En sus tratos con los nativos, B-P se acostumbró a usar una expresión de África Occidental, y contaba después que lo sacó de varios aprietos. Tal vez algunos de nosotros la encontremos útil en nuestros días: "Paso a paso, con suavidad, cazas al mono". En otras palabras, si estás tratando de convencer o conducir, o tratar de que alguien te dé la razón, tienes que ir con tacto, tranquilamente, y así tendrás buena oportunidad de "cazar al mono".

Impeesa

B-P había prestado grandes servicios a su país y se le ascendió a Teniente Coronel Honorario. Sin embargo, tenía poco tiempo de haber regresado a casa, estacionado en Irlanda, cuando se le asignó otro trabajo. Al escribir a su madre sobre este nombramiento, muchos años después, lo llamaba "la mejor aventura de mi vida". En ese tiempo, lo que ahora llamamos Rhodesia se llamaba Matabelelandia. Los Matabeles -una tribu muy fuerte y en verdad gente buena- habían comenzado una rebelión, y a B-P se le nombró Jefe del Personal del oficial que comandaba las Fuerzas Británicas que habían sido enviadas para sofocar el levantamiento.
Una de las dificultades principales al pelear contra los Matabele era que no salían a campo abierto a luchar. Peleaban en pequeños grupos, escondiéndose en el agreste terreno y sorprendiendo a los británicos con constantes ataques pequeños. La única forma de combatir a estos nativos, cuya táctica era una experimentada exploración, era adoptar los mismos métodos. B-P, desde los primeros días de su carrera militar, había demostrado ser un explorador excepcional. Durante esta Campaña Matabele puso en acción todo lo que sabía y resultó ser tan bueno que los nativos le temían y lo miraban con cierto temor supersticioso. Comenzaron a llamarlo "Impeesa", que significa "El Lobo que Nunca Duerme".
También se le llamó "M’lala-Pahnsi", que quiere decir: "El hombre que se sienta derecho o firmemente", o "El hombre que se tira al suelo para tirar", o "El hombre que no tiene prisa". Todo esto demuestra que B-P era ampliamente respetado, aún por sus enemigos.
Frecuentemente decía que durante la Campaña Matabele, él cargaba un amuleto y que uno de los motivos por lo que nunca fue herido, aún cuando los nativos tenían armas de fuego, era porque los Matabele habían decidido capturarlo vivo, para poner en práctica todas las tremendas torturas que habían ideado para él.
En una ocasión encontró a un viejo nativo, quien se ofreció a enseñarle el camino hasta un escondite enemigo en las rocas de las colinas. B-P había estado fuera durante muchas horas y estaba muy cansado. Titubeó, pensando si podría confiar en el viejo aquel. Habla cierta información que deseaba obtener, y si seguía al nativo, tal vez podría conseguirla. Así que decidió correr el riesgo. Sin embargo, con su habitual precaución, mantuvo los ojos bien abiertos, teniendo cuidado de que el nativo no se diera cuenta de que lo iba observando. Notó al poco rato que el hombre continuamente metía la mano en un morral que cargaba. B-P empezó a cojear y se retrasó un momento. Vio así que el nativo había ido tirando por el camino unas semillas rojas. Sin decir palabra y sin hacer ruido, B-P se alejó del camino, trepó a un peñasco y se tiró al suelo cubierto por la maleza. Vio que el nativo empezó a buscarlo y finalmente se sentó, a esperarlo. B-P siguió escondido y como a la media hora, una partida de Matabeles, bien armados, llegaron silenciosamente por el camino, siguiendo el rastro de semillas. Se enojaron mucho cuando encontraron al viejo nativo agitando los brazos y hablando excitadamente, pero B-P estaba muy lejos de ahí para poder oír lo que decían. No se atrevió a moverse, por miedo a que lo oyeran u olieran, ya que estos nativos tenían oídos y nariz muy sensibles, como los animales. Se quedó observando y a poco los Matabele se dispersaron y empezaron a buscarlo, siguiendo así una tremenda cacería. De no haber estado en perfectas condiciones físicas, seguramente lo habrían atrapado. El pequeño descanso lo había repuesto y afortunadamente ya estaba oscureciendo, así que logró escapárseles. No en vano lo llamaban "El Lobo que Nunca Duerme". Un oficial le preguntaba después qué lo había hecho sospechar del viejo nativo que lo guiaba; B-P contestó: "No fue exactamente que sospechara de él. Me sentía incómodo porque cuando me hablaba, nunca me veía de frente". "Además, estar BIEN PREPARADO es un buen lema".
Después de la liberación de Mafeking, B-P fue nombrado Mariscal de Campo. Había prestado servicios a su país y la Reina le demostró su aprecio. Había llevado al cabo una difícil tarea y después de seguir tomando parte en la campaña durante algunos meses, se le llamó una vez mas para enfrentarse a una gran empresa. Debería buscar y entrenar un cuerpo de hombres para guardar el orden en el país después de terminada la guerra. Este cuerpo se llamó "Los Constabularios Sudafricanos".

 
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